Comentarios al libro “Clínica del Significado” de Carlos Tabbia

28 octubre 2021 | Libros

Presentación del Libro:
Clínica del significado. Vértice Bion/Meltzer
Autor: Carlos Tabbia

INTRODUCCION II
Lo que para mí es un gozo íntimo y enriquecedor, leer en soledad un artículo o un libro de Carlos Tabbia, se ha convertido en un trabajo penoso e inquietante cuando me ha correspondido hacer comentarios públicos sobre su obra.

La razón es obvia, entre él y yo hay una distancia de conocimientos que no la salvan ni la amistad, ni la admiración que le profeso. Es una distancia lo suficientemente amplia como para no creerme en la capacidad de aportar con mis comentarios algo que él no haya escrito.

Carlos, fiel a su estilo, nos lleva entre brumas sociológicas y/o filosóficas a un estado de pre-calentamiento de nuestra curiosidad, hasta desembocar en lo que para él ha sido su objetivo: mostrarnos un Tratado de Clínica Psicoanalítica pura, desbrozado con minuciosidad, exactitud y creatividad desde la óptica kleiniana. En él, nos da cuenta de su forma de acercarse y de un manejo comprensible de las cosas nuevas o desconocidas.

Porque Carlos se ha erigido en un Prometeo actual que ha conseguido tener en su mente-mano, el fuego de los nuevos dioses psicoanalíticos, Bion y Meltzer, y cedérnoslo a nosotros. Son los dioses que nos iluminarán para este siglo XXI con su fuego de conocimiento nuevas vías del caminar psicoanalítico. Su trabajo, es el trabajo de un héroe que, como tal, exige sacrificios. Así que, siguiendo el mito, solo me queda decirte: Carlos: ¡que los dioses se apiaden de su hígado).

Su libro: “Clínica del Significado”, es, a mí me lo parece, un gran y novedoso libro de Clínica Psicoanalítica, a lo que tengo que añadir que es además un buen libro, bien escrito, de buena y amena literatura.

Con todo ello, si tuviera que definir el rasgo elemental de él, diría que cumple una función de Continente, no solo para acoger y mostrar los propios contenidos que va desgranando página tras página. Sino además como continente acogedor y creativo de los contenidos que van a surgir en cada lector, a medida que piense y sienta cada lectura. Contenidos, unas veces personales, y otras, apropiados a esos “nuevos pacientes” que encuentran cabida y desarrollo dentro de estas nuevas estructuras que nos propone.

Tengo que añadir, como una experiencia personal, que por momentos la lectura del libro me ha conmovido y a veces conmocionado. Esta experiencia, que hoy por hoy me es aún inefable y por lo tanto no trasmisible, es sin embargo uno de los motivos más importantes por el que les invito a la lectura tranquila y detallada del mismo.

Aunque es bien sabido que cada libro tiene un autor, su propiedad se comparte con el lector que la aprehende a su manera, cada libro, y éste en particular es un conjunto de Contenidos que cada lector va a darles un sentido propio según un vértice particular. El libro, de esta manera, se convierte en un “conjunto de pensamientos en busca de un pensador”, o más aún, que cada libro busca y encuentra un lector que lo piensa y desarrolla en alguna de sus múltiples posibilidades.

“Clínica del Significado” parece haber sido pensado para un desarrollo epistemológico, pero en su despliegue narrativo camina desde conceptos teóricos a una especificidad clínica, y a una forma de sugerir las cualidades necesarias para que el psicoanalista o psicoterapeuta, ajuste y adapte su técnica a las patologías actuales. Al fin y al cabo, el psicoanálisis nos remite siempre a su origen clínico y éste a la formulación de teorías para ratificarse en nuevas experiencias de ensayos terapéuticos. El círculo es obligado.

Personalmente tengo que reconocer que el libro de Carlos Tabbia “me atrapó” en su vertiente clínica. Tal vez por eso, y por la limitación de mi intervención, voy a ceñirme a una descripción resumida y sesgada desde la clínica, de esos contenidos subrayando aquellos aspectos que a mí me han parecido más clarificadores.

Él separa Cuatro grandes apartados, nosotros también seguiremos esa línea.

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I.- En el Primer apartado, bajo el título de MARCO CONCEPTUAL llama la atención la pureza y firmeza con la que define cosas tan básicas como son: La Labor del Psicoanalista: Buscar y dar significado a nuestras experiencias emocionales.- Y el concepto de Psicoanálisis: como Una Teoría encargada de hacer pensamientos sobre los hechos del inconsciente.

Esta línea de pensamiento psicoanalítico puro, la va a mantener a lo largo de toda su obra. Aquí, no hay concesiones a ningún otro efecto de tipo médico o de alivio del paciente; si esto se produce, no dejarían de ser efectos colaterales secundarios, nunca objetivos primarios de nuestra tarea.

Subraya además la Importancia de la Realidad psíquica, una realidad entendida desde el modelo kleiniano, y definida, utilizando la frase afortunada de su creadora, como un conjunto, una “asamblea de objetos internos”, en permanente interrelación entre ellos, con los objetos del mundo externo y otras partes de nuestro Self. Es con esa realidad con la que hemos de trabajar.

Unos Objetos Internos que, aunque formados en su mayoría a expensas de una relación con objetos de la realidad externa no siempre son semejantes a ella. Para su mejor comprensión él nos sugiere imaginarlos funcionando como auténticos personajes reales y activos, con la misma capacidad de influencia que estos sobre nuestros comportamientos.

Pero hay en este apartado un Punto original que quiero destacar y que va a ser fundamental a lo largo de todo su trabajo: es el concepto de OBJETO COMBINADO PARENTAL como IDEAL ÉTICO. Aunque su nombre nos suene a una relación de tipo familiar, no es una interiorización de la pareja parental. Es una forma de mostrar la creación y funcionamiento de estos O.I., que toma como referencia metafórica a la formación de un grupo familiar, con una pareja de elementos de cierta consistencia en torno a la cual se van promocionando y creando otros elementos.

C. Tabbia piensa que entre la variedad de objetos internos que llenan nuestra Realidad Psíquica: parciales, totales, infantiles adolescentes, etc. , todos perseguimos la búsqueda de una especie de Objeto-Guía u Objeto-pivote, que dote a la realidad de ese conjunto un cierto grado de consolidación o consistencia.

Este objeto, que él denomina OCP, y al que define por sus funciones, estaría formado por la unión de partes adultas de la personalidad en permanente estado de cuidado de sí mismo y de otros facilitando el desarrollo. Su tarea no consistiría en crear pensamientos (diferencia con la función de Rêverie de Bion) sino en la hacer tolerables las experiencias emocionales que le llegan al aparato mental. Solo desde esa consistencia tolerable, se pueden ir desarrollando aquellas otras tareas de nuestro aparato psíquico.

La identificación Introyectiva de este tipo de objeto, o lo que es lo mismo, formando la parte básica de la personalidad y de la identidad, marcaría un logro que vendría a representar y a hacer referencia a un cierto grado de Salud Mental.

Hay que subrayar el carácter dinámico y permanentemente creativo de este núcleo (diferencia con el concepto rígido kleiniano primitivo de acceso a una Posición Depresiva inamovible).

A estas características del OCP, añade la ser el portador del Sistema de Valores de cada individuo. Un sistema de valores que representa y desarrolla nuestra naturaleza social, y que estaría caracterizado no por la fijación a un canon íntimo de moralidad, sino por una función socializante, buscadora y provocadora de procesos de identificación semejantes.

II.- En el 2º apartado ELEMENTOS PARA UNA NOSOLOGÍA POST-KLEINIANA, es donde señala los puntos que ha elegido para hacer la descripción y la clasificación de esas nuevas entidades clínicas que propone.

Y hay dos puntos básicos en los que se apoya. Por un lado, del concepto de enfermedad mental de Fairbairn, entendida como una destrucción de sus estructuras psíquicas solo posible si asienta sobre una personalidad premórbida. Y por otro lado cuenta con la experiencia de la observación de las organizaciones mentales en distintos momentos de su evolución.

Desde esas bases, C. Tabbia nos muestra una forma de observar una organización psíquica, esto es, una personalidad, a través de la forma en que unen sus componentes. Y desde esta posición diferencia dos tipos fundamentales de organización mental:

Lo que son Estructuras Psíquicas, como aquellas organizaciones caracterizadas por la existencia y búsqueda y permanente de una articulación entre sus elementos mentales. Aquí lo básico, es la integración y el desarrollo a expensas de vincularse entre sí los distintos elementos entre sí en las distintas modalidades de vínculos posibles + o – L, H, o K. Lo que caracterizaría estas buenas estructuras psíquicas es la posible y permanente movilidad e intercambio entre sus elementos. Si hay movilidad e interjuego, hay posibilidad de cambio y eso tiene valor importante para el pronóstico. Aquí hay lo infantil vamos a verlo integrado en lo adulto y posiblemente en lo presente de la transferencia. Son entonces pasibles de analizabilidad.

Por el contrario, si hay intolerancia a la frustración o al dolor mental, (es la idea de personalidad premórbida de Fairbairn), la personalidad se estructura de forma rígida, alrededor de un punto de fijación, inamovible y con muy escasa capacidad de cambio. En ella los núcleos infantiles permanecen separados y alejados de los adultos.

Si tomamos esta referencia de Estructuras Psíquicas móviles o rígidas, nos encontraríamos dos tipos de Organización mental:

A.- Aquellas que tienen un grado de Madurez psicoemocional, que permiten movilidad y cambio, crecimiento, productoras de una Dependencia adulta, con posibilidad desarrollo, incorporación de nuevos elementos, creatividad y que están regidas por el principio de realidad y tutorizadas desde la existencia de un O.C.P. y
B.- aquellas otras portadoras de una inmadurez psicoemocional, organizados desde el principio del placer, favorecedoras de cuadros de Dependencia infantil, con escasa capacidad de movilidad y desarrollo. De ellas conocemos ya tres modalidades clínicas:
El seudo-Self de Winnicott, la seudo-inmadurez de Meltzer y el Exosqueleto de Bion. En ninguno de ellos, cuando cristalizan tienen posibilidad de desarrollo los núcleos infantiles.

Al lado de estas estructuras, cuando nos acercamos a la observación de la personalidad, también nos podeos encontrar con otro tipo de organización, que es lo que él llama Estados mentales, caracterizados por la transitoriedad, que define como la Condición o Disposición emocional y relacional de un individuo que tiene en un momento frente al mundo. Estos estados, suelen estar relacionados con un momento evolutivo del individuo, y a pesar de su carácter pasajero pueden cristalizar y hacerse rígidos, crónicos, y convertirse en organizaciones patológicas.

De esta manera, los distintos Estados Mentales, así cronificados, constituirían las distintas entidades nosológicas (enfermedades mentales) que nos muestra esta nueva nosología.

Lo que caracteriza cada una de estas enfermedades es el grado de diferencia o de distorsión que tienen con aquel estado que hemos definido como modelo de Salud Mental, y que sería el que está organizado desde tutoría y funciones del O.C.P. Las diferencias tienen que ver tanto con el grado de distorsión, como con las distintas formas de ataque vincular a este objeto-pivote de una personalidad aceptablemente sana.

Con esta clasificación Carlos nos marca ya una vía técnica de aplicación inmediata: nuestra labor terapéutica, sería descubrir el estado mental existente bajo los hechos clínicos que presenta cada paciente, así como el mecanismo por el que esta organización psíquica ataca la estructura y el OCP.; porque esta observación y diagnóstico es lo que nos va a permitir saber dónde situarnos para su comprensión. (estamos hablando de Transferencia y la Contratransferencia adecuadas).

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III.- La descripción y análisis de estos estados Mentales es lo que desarrolla en este tercer apartado con el título de TRIPODE DE LA CLINICA PSICOANALITICA.

Es, el apartado puramente clínico, el que creo más central de su obra, y el que Carlos desarrolla con más plenitud su pensamiento que le va a permitir sostener y comprender estas nuevas o (antes ignoradas) patologías Patologías que él separa en 3 líneas o Ejes, Eje de la alteración de la realidad psíquica Eje de la alteración del Pensamiento y Eje de la capacidad para establecer Relaciones de Intimidad.

III a.- En el primero de los ejes de este trípode, las que corresponden a una alteración de la Realidad psíquica, son patologías de estados mentales generalmente cristalizados en la adolescencia, y que perpetúan cuadros clínicos donde esta realidad psíquica se ve destruida o amenazada por la intensidad de fenómenos de ataque a los vínculos para establecer conexiones.

No me atrevo a hacer nada mejor que invitar a la lectura, una y otra vez, de cada caso en su apartado nosológico particular. Carlos Tabbia luce su facilidad y riqueza literaria para una descripción exacta y amena de cada caso hasta lograr que nos identifiquemos con ellos. Ahí, aprendemos viajando sobre los casos de Ferran, Inés, Florencia, Jana, Jordi, Eduardo, Marcela, Felipe o alguno más. A su completa y minuciosa exposición, suele añadir en cada caso un apunte supervisor de Meltzer, solo aparentemente marginal -pero exacto y genial- da una visión microscópicos que completa la comprensión de cada estado.

Hay que reconocer que lo que nos muestra en esos casos clínicos son patologías de hoy, de estos pacientes que irrumpen en nuestras consultas actuales, que parecen teóricamente alejados de una posibilidad de análisis y pertenecientes a mundos en los que nos es difícil ubicarnos.

Por ello, quiero destacar tres aspectos de su trabajo que me parecen básicos y comunes por los que él nos muestra cómo avanzar a su lado:

1.- descripción exacta del cuadro clínico, en su sintomatología (generalmente comportamental) como en los mecanismos psíquicos in conscientes que impiden la formación de estructuras maduras o de ataque el OCP,
2.- ubicarnos en la transferencia y en el manejo contratransferencial adecuado a ese estado y
3.- la recogida y articulación de estos datos, puede permitir sus significados. La construcción de pensamientos sobre esas actuaciones son la base a la formación de Estructuras psíquicas a proteger para que por su movilidad puedan facilitar desarrollo mental.

Es un libro de Clínica, o más específicamente, de Psicopatología Psicoanalítica a la búsqueda de nuevos esquemas de referencia para que nuestra labor sea más adecuada a la actualidad de los hechos.

La nueva nosología es novedosa porque corresponde a patologías nuevas. Y su necesidad de orden y clasificación se hace necesario, porque son necesarias nuevas formas de pensar psicoanalíticas para poder comprender los nuevos desafíos del inconsciente.

III b.- En 2º eje de este trípode nos va a colocar frente a algo tan sugestivo y tan nuestro como son las alteraciones del PENSAMIENTO, (aquí volvemos a insistir en el concepto de pensamiento como la capacidad para dar significado a los hechos.

Pero antes de entrar en las variedades de estas alteraciones el pensamiento Carlos se detiene en mostrarnos las condiciones para establecer la génesis del significado, o lo que es lo mismo, cómo se crea un pensamiento.

Y aquí también me voy a detener, porque al libro, además de ser un libro de base clínica, esta no puede separarse de la invitación a una Técnica que la complete y complemente. El libro, no nos olvidemos, ha sido creado para ayudarlos a pensar psicoanalíticamente. De esta manera va a hacer destacar algo que corresponde a la base teórico-técnica de nuestro trabajo como analistas: la Necesidad de asentar nuestros pensamientos sobre los hechos observados y para ello propone insistir en una serie de actividades previas e inseparables a la emisión de un significado y que son:

a).- La Observación, lo más precisa, minuciosa y completa de los hechos del paciente y de las emanaciones de nuestra contratransferencia, aquí se escucha para recoger datos.
b).- La Descripción significada (emocional) Descripción verbalizada y común de lo observado. (para el logro de una identidad perceptiva).
c).- La Nominación que incluye el signo de la palabra que añade la emoción que le acompaña en esa descripción de los hechos que ocurre en el momento del encuentro psicoanalítico. (entrada en la simbolización).
d).- La Intuición, entendida como una disponibilidad del analista para que se establezcan contactos de significado entre los hechos y nuestros objetos internos. (conexión entre ambos inconscientes).

Esta descripción así significada, comunicada, nominada y progresiva, completa cumple diversos objetivos:

Es una forma de proporcionar y compensar el déficit de lenguaje que tenemos para nuestro mundo interno que no lo tiene (nuestro lenguaje ha sido creado y diseñado para describir hechos de la realidad externa).

En segundo lugar, es una nueva versión de la Escucha analítica buscando significados: Se podría decir que se ha pasado de “escuchar para interpretar” a “escuchare interpretando”, toda vez que la Interpretación es habitualmente la descripción analítica del mundo interno del paciente.

Como dice C. Tabbia, cada hipótesis descriptiva provisional (pensamiento posible que porta la Interpretación) que va creando estructuras, lo acerca al punto O” de Bion y/o descubre nuevas áreas de la personalidad.

Para pasar ya a describir las 4 modalidades de estados mentales que tienen en común la dificultad para hacer pensamientos.

En las cuatro modalidades que muestra: Los Fanatismos, Las dificultades para Soñar, El Aburrimiento y los Trastornos Psicosomáticos (que engloba bajo el título de “Escribir sobre el Cuerpo”), no solamente vemos al C. Tabbia describiendo la clínica (especialmente riguroso y completo los Fanatismos, inquietante y reflexivo el capítulo del Aburrimiento), sino un autor que trata de provocar nuestro interés y curiosidad para pensar en esos estados que –aunque de forma focalizada o parcial – están siempre presentes en nuestros consultorios.
Y me voy a permitir una pequeña expansión en capítulo de “Escribir sobre el cuerpo”, forma en la que él denomina y engloba la problemática psicosomática.

La denominación, aunque nos parezca extraña, creo que corresponde con mayor exactitud a lo que debe de ser nuestra labor en este campo. El cuerpo no comunica. Cuando es encargado de tareas que deberían de estar en lo mental, solo emite señales fisiológicas que nosotros hemos de recoger, y sobre ellas hacer un lenguaje significado que simplemente colocamos al lado de ese cuerpo que las emite. Si hay un momento en que vuelve a abrirse la línea cuerpo-mente, o se abandone el corto-circuito de Rappapot, desconocemos su mecanismo, aunque él se remonta con Bion a alteraciones prenatales que crean huellas que no pasan la cesura del nacimiento y facilitan el retorno y la fijación a lo protomental.

Respetando otros modelos teóricos, de base sólida y ortodoxa que todos seguimos, pienso que la línea de pensamiento que nos ofrece el libro es la línea más pura psicoanalítica que sigue el modelo kleiniano conocido, con la inclusión de dos nuevas perspectivas:
La sustitución de la Represión por la Escisión, como mecanismo de defensa básico de defensa en estos estados,
Y dar Importancia de la capacidad de la intrusión de un O.I. en un órgano y alterar la función de éste.

Asentado en estos dos mecanismos, la comprensión de los cuadros clínicos que describe se hace más asequible, y probablemente apunte hacia un nuevo enfoque técnico de su manejo. Pero fundamentalmente quiero subrayar que esta combinación de registro de datos fisiológicos, y su intento de conexión o transformación en elementos posibles de crear un lenguaje (significación) para un órgano o para un cuerpo que solo tiene conductas variables y cambiantes en su fisiología, convierte esta patología en el campo mejor y más abierto a nuestra capacidad creativa y artística.

Lo psicosomático pasa así de ser lo oscuro y molesto que a veces incomoda y hace tambalear nuestros modelos teóricos, para pasar a ser el campo donde lo psicoanalítico tiene su desarrollo por excelencia: poner pensamientos a sistema utilizado básicamente para la descarga.

Como ejemplo de ello, Carlos Tabbia nos deja una perla de este tipo de trabajo en la transcripción de dos sesiones sobre el Caso ARNOLDO, correspondiente a esta patología. Ahí tenemos un modelo al que acercarnos.

Y entraríamos en el último Eje de este Trípode de las alteraciones debidas a la INCAPACIDAD para hacer RELACIONES DE INTIMIDAD.
En principio parece, un capítulo dedicado a la Adolescencia, probablemente porque es el periodo donde hay una mayor y más amplia demanda de relaciones para facilitar el desarrollo y el logro de un punto de partida de salud mental, y donde habitualmente se encuentra con mayores dificultades para lograrlas, ya sea por su tendencia al aislamiento como refugio, o por la facilidad con la que encuentra relaciones al servicio de relaciones inestables o de satisfacciones que le fijan a una personalidad inmadura psico-emocionalmente.

El modelo que el analista ha de ofrecerle como respuesta a esta demanda, tiene que aportar estructuras psíquicas y un OCP sobre el que pueda navegar hacia más cuotas de desarrollo. Y ese es el tipo o Modelo de Relación que cree debe de llevarse a la Relación Analítica.
Dentro de los rasgos que el establece para este modelo de relación, quiero destacar lo que él denomina un estado de Bondad Apasionada. Este concepto complemente la idea de líbido de Fairbairn como “buscadora de objetos” hacia un vínculo que tiene todas las características de un amor al otro guiado por la curiosidad del analista al encuentro con la Verdad interna y el desarrollo del Otro.
Ese trueque que nosotros aceptamos de cambio de emociones por pensamientos, en la que los objetos internos de cada parte se intercambian y mezclan, solo puede hacerse desde posiciones intimas de contacto mente a mente, en la que se nos demanda continuamente labores de transformación y de oferta tolerable, solo puede hacerse desde el empuje de un amor de tipo reparatorio, alejado de cualquier tipo de satisfacción sensual o de admiración por cualidades particulares del otro. Esa tarea solo posible bajo un estado de Pasión Imaginaria. Pasión del analista que arriesga su propia personalidad en cada encuentro con el otro desconocido. Es esta posición de implicación emocional, la que nos lleva a entrar -como dice el autor- en el fascinante mundo de la Empatía y de la Identificación Proyectiva.

Es por ello que piensa que nuestra tarea tiene una semejanza con la de la función de la Membrana Placentaria, (no en vano ambas tienen como tarea el desarrollo de lo existente y la creación y desarrollo de lo no nacido). Es una membrana – una relación – creada por el feto-paciente que se incrusta en la madre-analista, que al mismo tiempo que une y nutre, prepara su separación, que alimenta o desintoxica. Una membrana que como aquella ha de acoger elementos β muy simples: (sensaciones, movimientos, conductas, palabas de asociación libre, etc.) transformarlos en elementos α si es posible o retenerlos como β si el otro no puede incorporarlos.
Es en este tipo de compromiso e implicación emocional del analista en su trabajo, la pauta de su tarea, solo posible si está mentalmente ubicado en una función creativa de algo nuevo. (y aquí volvemos a retomar la necesidad de existencia y funciones de un o.i. del analista que haga las funciones encomendadas al OCP).

La riqueza de este capítulo y su desarrollo nos lleva a dejar dos ideas que he creído importantes:

1.- Considerar la Adolescencia como un punto de 2ª posibilidad de desarrollo que se le ofrece al individuo humano en su desarrollo mental, si se hace en las condiciones necesarias para ello. (Aquí las necesidades de pertenencia activa a grupos y el mantenimiento como referencia a un OCP capaz de soportar las turbulencias que estos cambios se hacen imprescindibles para este nuevo desarrollo) El gran enemigo del adolescente para su evolución es la defensa del Aislamiento.
2.- Y atreverse a pensar esta travesía del adolescente como una 2ª versión del complejo Edípico. Seguramente eso nos exige desmontar la imaginería del mito y cambiar ese niño en oscilaciones activas, amando y odiando, renunciando y aceptando en su aparente inocencia hasta el logro de una identificación que le permita el desenvolvimiento en un mundo exogámico, por este adolescente exteriorizado, descarado o pasivo, altanero o inquietante, ocultamente asustado que espera que se deposite en él, la oferta por nuestra parte de un O.I. que le dé asiento identitario y estímulos vitales hacia un permanente desarrollo.

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Y ya en el último de los 4 apartados se hace referencia a una perspectiva sobre cómo ha de realizarse la Tarea del Psicoanalista.
Todos sabemos que nuestros modelos teóricos psicoanalíticos solo nos permiten una Tarea: la Interpretación: Ofrecer nuestros pensamientos sobre las experiencias emocionales que surgen en nuestra mente durante la relación analítica con el paciente, en la expectativa de favorecer el desarrollo de su aparato psíquico.

El autor se acerca a este tema centrando su atención desde una perspectiva: cómo ha de ser el estado mental del analista, para hacer esta función.

Dejando aparte aquellas condiciones generales y básicas que todos conocemos para facilitar la circulación tránsfero-contratransferencial y la resolución de las resistencias que todos estamos acostumbrados a manejar, él insiste en lo que llama “necesidades íntimas” del analista. Y aquí, unas palabras- concepto que en otros tratados pueden quedar difuminadas, toman el tono de verdad y profundidad necesarias para su comprensión, y que son siempre el resultado de la conjunción de un estado emocional con un nivel de pensamiento.

Estos conceptos son:

1.- La Disponibilidad del analista, (que complemente el concepto de Encuadre Interno), y que está relacionada con un sentimiento de seguridad, capacidad y de confianza (en sus o.i.) junto a unos conocimientos teóricos aprendidos en su formación y en su experiencia. Solo así puede ofrecer su mundo interno como receptor posible y transformador útil a todas las vicisitudes que puedan surgir en el contacto con el otro y lo desconocido,
2.- La Fe, (es la vertiente mística del psicoanálisis) En la que hay una expectativa de que el conocimiento será posible, iluminado desde el hallazgo de un hecho seleccionado. Es vivida desde un estado de pasividad creativa, que permite que la verdad y la interrelación vincular triunfará sobre los ataques destructivos.
3.- La Creencia, que es ya un pensamiento que tiene el peso de la certeza, y es una mezcla de verdad e idealización de esa verdad. Una certeza que evidentemente tiene que dejar espacio a la duda y al juicio de realidad que siempre está en el otro Se acompaña de un estado emocional satisfactorio, estable y plácido que pueda semejarse a la satisfacción de una relación de objeto.
4 .- dejar libre La Intuición, que es una combinación inequívoca de la unión de una experiencia emocional satisfactoria de logro, con una captación intelectiva, armónica, completa y significativa de un conjunto de hechos.
No es mi intención definirla aquí, pero me resulta difícil desconectarla de la experiencia de trabajos con el inconsciente, que posiblemente hayan dejado restos de otras experiencias emocionales que no consiguieron ligarse y crecer como pensamientos, ni ser expulsadas como elementos beta. Caminan por orbitas libres (concepto de núcleos del Self de Windows) y que al hacer contacto con elementos o partes de un conjunto “incompleto” de otro, adquieren tal fuerza emocional (quizás haya que remitirse a la idea de dimensión energética de Freud del hecho psíquico) que fuerzan a la conciencia a una articulación estabilizada y estabilizadora, que busca y provoca una comunicación (intrapsíquica e interpersonal) para su refuerzo y esclarecimiento.

V. Rodríguez Melón

Médico-psiquiatra. Psicoanalista