Llega la pandemia provocada por la aparición de un virus que se propaga a nivel mundial y esto supone un gran impacto y un gran desconcierto en primer lugar a nivel personal encontrándonos de pronto en una situación de riesgo que genera temor, incertidumbre e inseguridad.
A medida que la curva de contagios va creciendo y se decreta el confinamiento, surge la incertidumbre también como profesionales. ¿Qué va a pasar ahora?, ¿Cómo vamos a seguir trabajando?, ¿Qué exigencias nos plantea esto como profesionales?
Una cuestión técnica fundamental en nuestro trabajo es lo que llamamos ENCUADRE.
Sabemos de la importancia de mantener el setting como algo que contiene tanto al paciente como al analista o psicoterapeuta.
Como sabemos, el concepto de Encuadre ha sido definido por diversos autores con diferentes matices, pero todas se refieren a una serie de condiciones y de funciones que permiten llevar a cabo el proceso analítico.
Pues teniendo en cuenta la importancia del Encuadre, es imposible no pararse a pensar en lo que está suponiendo para todos la pandemia ocasionada por el Covid-19 en nuestro trabajo, debido a la privación del contacto personal con nuestros pacientes.
Ahora tenemos la necesidad de reflexionar sobre todo lo que puede suponer esta situación sin precedentes y que afecta a todos los aspectos de nuestra vida.
En primer lugar, la pandemia supone un impacto, un trauma en términos de Freud, por lo que supone de choque violento, de aumento de excitación en nuestra vida psíquica que obliga a buscar un equilibrio entre nuestra organización y el medio ambiente.
Freud habla de este tipo de cosas en “Más allá del principio del placer” cuando dice: “cuando la capa protectora que resguarda de las excitaciones externas tolerables sufre una efracción extensa, estamos ante un trauma. Y es entonces cuando el aparato psíquico tiene que movilizar todas las fuerzas disponibles, las contracatexias, que permitan regular las cantidades de excitación tolerables y así poder restablecer las condiciones del funcionamiento del principio del placer”.
Aunque Freud cuando habla de las neurosis atribuye el origen del trauma a la fantasía de seducción, creo que la acepción que señala en “Más allá del principio del placer”, nos sirve para entender el impacto que ha causado la pandemia.
Como personas, de pronto, nos encontramos en una situación de riesgo que genera temores, incertidumbre e inseguridad.
Nuestro YO tiene que afrontar momentos de ansiedad, de conflicto, para manejarse ante todos estos factores. Es una situación sin precedentes que paraliza nuestra vida con el exterior.
Como profesionales, nos encontramos con una realidad externa que nos obliga a cambiar nuestra modalidad de trabajo como psicoanalistas o psicoterapeutas.
¿Cómo se ve afectado nuestro funcionamiento?
Sabiendo la importancia que tiene el mantenimiento del setting, puesto que es un continente tanto para el paciente como para el analista, surgen interrogantes.
El primero es cómo seguir la relación con el paciente para que el impacto no afecte también a un corte del vínculo en la relación terapéutica.
Es verdad que tenemos a mano otros medios que ya están siendo utilizados desde hace tiempo. La psicoterapia on-line es una práctica que ya estaba incorporada en la profesión en determinadas circunstancias. Casos en que pueden surgir cambios de trabajo en otras ciudades o países, personas que tienen que viajar constantemente, por poner algunos ejemplos, que han ido haciendo que se tenga en cuenta este tipo de recurso.
Pero en este momento la salida a una organización necesaria ante el trauma generado por la realidad externa, es la posibilidad de seguir haciendo el trabajo a través de videoconferencia, del teléfono o del correo electrónico.
Es decir, que el Covid-19 nos ha obligado a buscar un ENCUADRE DIFERENTE de forma generalizada.
Se podría decir que la necesidad obliga y según el esquema de encuadre de Bleger se pueden seguir teniendo en cuenta algunas constantes como el papel del analista y la parte técnica en la que se incluyen el mantenimiento de los horarios, los honorarios, interrupciones regladas, etc. pero cambian otras como el conjunto de factores ambiente o los factores espacio temporales. Las variables que son el proceso, veremos si también sufren variaciones.
Pero este cambio de encuadre ¿se puede realizar con todos los pacientes? Algunos lo aceptan sin mayor resistencia, pero también nos encontramos con personas que no quieren, que no pueden aceptar ese cambio por cuestiones de espacio o de poca intimidad desde su casa, o por desconfianza de las redes telemáticas. En ese caso se produce un corte en la relación terapéutica. Un corte que, en principio, no se sabe el tiempo que puede durar y que es otra variable que genera incertidumbre y preocupación.
En el mejor de los casos, ¿todo sigue su curso sin más? En principio podemos decir que sí. Es cierto que se puede trabajar, aunque sea con las limitaciones del contacto directo y todos podemos tener alguna experiencia en este sentido.
Como decía antes, el papel del analista forma parte del encuadre y aquí se nos plantean varios interrogantes: ¿Como se puede ver afectado este papel?
¿Puede esta situación alterar el ENCUADRE INTERNO? ¿El analista encuentra dificultades a la hora de mantener ese encuadre interno? ¿Es lo mismo tener al paciente en contacto directo que a través de una pantalla, el teléfono o el correo electrónico?
El nuevo marco, en el caso de la vídeo-llamada permite la visión del paciente, pero también introduce elementos de la realidad de “su ambiente”. Tenemos la visión del lugar de su casa desde el que se conecta, que a veces no es el mismo siempre.
En el caso de la modalidad telefónica, no tenemos la visión de la persona, solamente su voz. Quizás para con los pacientes de diván, tanto el analista como el paciente mantienen la falta de contacto visual.
En el trabajo a través del correo electrónico, quizás una cuestión técnica a resaltar es la dificultad de una respuesta inmediata. ¿Podríamos pensar que esta modalidad añade un distanciamiento que facilita una mayor libertad en el paciente frente a la proyección superyoica?
En todos los casos hay algo que mediatiza la relación terapéutica y que hay que tener en cuenta.
Y por parte del paciente, ¿se da la misma posición frente al analista cuando está en su casa? ¿Complica esto la contratransferencia?
Se trata de que podamos seguir manteniendo las reglas del juego que plantea Freud.
Porque por un lado se puede complicar la regla de la Abstinencia en cuanto que el paciente puede estar satisfaciendo aspectos que no se dan en la consulta al estar en su medio.
Por otra parte, la Atención Flotante por parte del analista es una función que también se puede ver alterada al entrar a visualizar el espacio en el que está el paciente. Es un factor más que entra de la vida externa y que si es variable puede suponer un esfuerzo mayor por parte del analista.
Si hay cambios de espacio cada vez que se conecta es un factor que altera esas constantes necesarias para que se pueda dar el proceso que favorezca el desarrollo psíquico interfiriendo lo menos posible en la tarea y poder obtener la mayor información posible de los aspectos internos que faciliten la Transferencia y la Contratransferencia.
Parece que, si se tienen en cuenta los factores que pueden alterar el Encuadre para que no cambien las funciones del analista, se puede permitir que cambie el marco de trabajo sin que sea un impedimento para llevar a cabo el proceso de desarrollo psíquico.
Felicidad González Suárez
Miembro de AMPP